domingo, 9 de enero de 2011

del señor juan


200 AÑOS... ¿ALGO PARA CELEBRAR?

No es mucho lo que hay para celebrar hoy del incidente del Florero de Llorente en Colombia. No hay mucho porque vitorear a lo que se proclamaba ese medio día del 20 de julio de 1810 en la Nueva Granada. Nuestro Bicentenario en Colombia no se ha cumplido, se cumple el 7 de agosto de 1829. Este es el año del bicentenario de nada en Suramérica. El unico bicentenario que ya se cumplió en Latinoamérica fue el de Haití en 2004.

Nuestra celebración no deja de ser otra más de las mentiras o de los embelecos a los que se somete nuestra sociedad ignorante manejada por sus nuevos encomenderos. Pocos recuerdan qué se solicitó ese día 20 de julio en Colombia, y pocos ese día, realmente soñaban con la libertad absoluta. Solo uno pocos, dentro de los que se encontraban Nariño, José María Carbonell y Camilo Torres querían implantar los principios de la Revolución Francesa en nuestras tierras y retaban a la historia en el Virreinato de la Nueva Granada; la elite criolla, los Baraya, Caldas, Santander, etc… pensaban en sus propios intereses, añoraban adquirir las riquezas hasta ahora limitadas a los Ibéricos, buscaban reorganizar la sociedad a su propio beneficio, pero nunca pretendían liberarse del Imperio Español, menos alcanzar en nuestra incipiente sociedad la igualdad y la fraternidad. La controversia y la lucha que se desató el 20 de julio en Bogotá era la de las dignidades personales, nunca las sociales, por eso traicionaron, dividieron, boicotearon, sembraron discordia, e incluso atacaron militarmente a los hermanos que si soñaron con la libertad absoluta. El grito de independencia de aquel 20 de julio, fue el de los criollos de clase alta manipulando a las masas para alcanzar prebendas personales, capitalizando el movimiento de insurrección Español contra Napoleón. A lo mejor, por ello, los actuales líderes, herederos de aquel sistema, desean con tanto fervor celebrar este día.

Ese movimiento, que muchos tratadistas denominan “La Patria Boba”, no solo sucedió en Bogotá, también en mucha parte de Hispanoamérica, Buenos Aires ese mismo año, y en Méjico en 1811. Solo Venezuela tuvo el valor de proclamarse independiente totalmente de España, pero ello se debió a una excepción llamada Francisco de Miranda. Pero ¿porque en toda las otras provincias no pasó lo de Venezuela? Sencillamente porque lo de las otras provincias (entre ellas la Nueva Granada) fue una consecuencia de las Juntas celebradas en España, las cuales surgieron como reacción a la toma de Napoleón y al derrocamiento del hijo de Carlos IV, Don Fernando VII. Esa invasión de las ideas francesas a una sociedad conservadora como la española, provocó una gran insurrección del pueblo español en 1808, a partir de la cual se conformaron juntas en todo el territorio Ibérico, las cuales se unifican en la Junta Central de Sevilla, y deciden determinar entre otras decisiones, que las tierras americanas no son colonias sino provincias con iguales derechos a las provincias de la península, otorgándoles representación. Es por eso que la Junta de Cádiz del 28 de febrero de 1810 le informa a los americanos los cambios producidos y les invita a constituir Juntas bajo el modelo español. Es decir, nuestra junta Bogotana de 1810 tiene ese designio y esa dimensión, ni más ni menos, razón por la cual se gritó aquel medio día Bogotano: ¡¡¡Viva Fernando VII, en cuyo nombre gobernamos!!! ¡¡¡Viva el rey, muera el mal gobierno!!! ¿Qué grito de independencia es ese? ¿Qué patria es esa? Ninguno y ninguna obviamente, simplemente es una reacción política a la decisión de Sevilla y Cádiz.

Lo que pasará después, será otro cuento. Los hechos producidos por criollos egoístas que buscaban elevar solamente su condición personal y solicitar mejores tratamientos, se convierte en virtud la semilla de Miranda y a la voluntad de Nariño y Bolivar en una América libre con independencia absoluta de España. Es decir, la “patria” de 1810, la de los colonos ambiciosos, de las montoneras manipuladas y de oscuros líderes con intereses egoístas, es convertida en libertad y nueva sociedad gracias a unos genios como Miranda, Torres, Nariño y Bolivar, cuyo espíritu reclaman hoy con ahínco nuestras maltrechas y desvencijadas patrias. Como todo en América, los acontecimientos resultan mágicos e impredecibles, las juntas surgidas para reclamar al rey, se convierten luego, gracias a los patriotas, en un movimiento de negación de la corona y en una posibilidad de elevación popular americana. Surge de aquella situación patética, Bolivar y su espíritu, inundando a la América Latina y a su pueblo, materializando los principios y los sueños enarbolados por Miranda, en una campaña admirable, que se materializó en 1819 en el Pantano de Vargas y el puente de Boyacá. Los criollos egoístas que desencadenaron estas circunstancias se ahogaron en su propia envidia, limitaciones y pecados, salvo aquellos que con actitud camaleónica (heredada aún hoy) se supieron subir a tiempo al grupo de los triunfadores independentistas, para convertirse después en líderes “sociales”, los cuales por supuesto fueron y han sido parapetos contra la libertad y el desarrollo social en todas nuestras sociedades.

Por eso, me niego a celebrar el día de hoy como el de nuestra independencia. En esta fecha y en las otras de 1810 y 1811 en toda Latinoamérica no se proclama la independencia, se proclama simplemente las reivindicaciones de la elite criolla y la de los nuevos colonos, cuyos herederos aún manipulan a las masas desorientadas. Sospecho, eso si que para algunos de los lideres actuales, la patria que merece celebración es la de 1810 y no la de 1819, no quieren que avancemos, se niegan a soltar sus privilegios, impulsan la libertad formal y niegan la real, promueven la igualdad, pero defienden las posiciones históricas, las castas, los feudos, los negociados y las prebendas oficiales.

Debido a ello, me niego a participar en cualquier fiesta o certamen que se regocije por el bicentenario del 20 de julio de 1810. Nuestra segunda centuria solo la celebraré cuando se cumplan 200 años de la hazaña de Bolívar en los Andes, solo me regocijaré con el empuje de Rondon en el Pantano de Vargas, solo me hincaré ante esos ancestros, el día que se recuerde la estrategia brillante del Puente de Boyacá y las gestas de Carabobo, Junin y Ayacucho. Ese día nos permitimos en la América de Sur, soñar con la grandeza, ese día, será un día de fiesta para Latinoamérica. Ese día, 7 de agosto de 2019 en Colombia, recordaremos la gesta que reconoció la inmensidad de nuestras riquezas y reivindicó la potencialización de nuestros recursos. Ese día Bolívar se incrusta en el cielo Americano, para no ser más un simple mortal, convirtiéndose en una estrella brillante que nos sirve de faro a todos los que poblamos estas tierras aún como errantes y tarambanas.

Ese día, el de la celebración del verdadero bicentenario, no será una conmemoración vacía, de juerga y pólvora, NO!!! Ese día, el júbilo buscará por fin ser inmortal y la gloria anhelará no marchitarse. Ese día nos reclamará mayor conciencia, acción y determinación.

Ese día, en el territorio denominado por los indígenas Abya Yala o en el continente que los Europeos denominaron América Latina, reclamaremos la democracia comunitaria. Recordaremos por fin que aquí se practicaba una democracia diferente con éxito, armonía y sinceridad. Reivindicaremos una estructura social creada para: «vivir bien», para lograr el equilibrio con todo a partir de la participación de todos. Inmortalizaremos al buen salvaje que ilustró a Juan Jacobo Rousseau para que éste luego ilustrará al “viejo” mundo. Demandaremos que en la tierra del jaguar se vuelva a practicar el equilibrio entre hombre y mujer, entre ser humano y naturaleza, entre la producción y el consumo; velaremos para que se viva sin opresión sexista, sin extracción destructiva, sin acumulación egoísta y sin consumo inconsciente. Invitaremos a la humanidad a abandonar el antropocentrismo, los destinos manifiestos de razas especiales o pueblos particulares. Añoraremos lo holístico, que fue aquí, mucho antes que en cualquier lugar, forma de vida, de pensamiento y de sentir. Pediremos con Leonardo Boff por una comunidad sociocósmica, que sea el faro de la humanidad entera, ayudándole al ser humano a elevar su conciencia y reconocer su esencia.

Debemos pues los latinoamericanos negarnos a celebrar este año 2010, como el año del bicentenario de nuestra independencia, debemos prepararnos para hacerlo en el 2019, fecha en la cual resaltaremos lo grande, lo fundamental y lo esencial en contra de lo pequeño, lo servil, y superfluo.

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