miércoles, 12 de octubre de 2011
Un cazador de Neanderthal.
En 1921, el Museo Británico recibió un cráneo humano encontrado bajo circunstancias curiosas. Sucede que en una remota mina de cinc localizada en Zambia, antiguamente llamada Rhodesia del Norte, los trabajadorse dedicaban a terraplenar una colina llamada Broken Hill, de una altura inferior a los 20 metros cuando sin querer encontraron una galería obstruida que desembocaba en una caverna. La cueva estaba abarrotada de restos humanos, y todo daba la impresión de que el lugar era una especie de cementerio prehistórico. Lamentablemente, no tuvieron el cuidado necesario con los huesos aunque entre los pocos que llegaron a manos de los paleontólogos, se contaba un cráneo humano de frente huidiza, grandes arcos superciliares y una estructura facial muy brutal y primitiva,de tipo neanderthal. Pese a que no se pudo establecer una estratigrafía precisa, la antigüedad de los restos óseos era evidente.
Los paleontólogos colocaron al hombre de Broken Hill u hombre de Rhodesia que por ambos nombres se le conoce, en la estirpe filogenética humana, y le llamaron el Neanderthal africano. Pero estudiando el cráneo observaron dos cosas, una de ellas aparentemente inexplicable: Aquel ser prehistórico, que había vivido probablemente hacía un millón de años, había sufrido una enfermedad mental. Y a ambos lados del cráneo presentaba dos orificios de igual diámetro, que dejaron perplejos a los expertos. A juicio del profesor Mair, de Berlín, parecían los orificios de entrada y salida que dejaría una bala moderna.
El enigma que esto planteaba parecía insoluble. Alguien aventuro una hipótesis en verdad peregrina: ¿Y si el hombre de Broken Hill hubiese sido un fósil superviviente, muerto de un disparo por un cazador moderno? Esto aparte de ser absurdo; no explicaba, su presencia en una caverna que llevaba cerrada, al parecer, miles de años. Y ante este hecho la Ciencia se encogió de hombros…
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